La candidiasis es una infección causada por diferentes especies del hongo Candida, siendo la más común la Candida albicans. En condiciones normales, el hongo de la candidiasis vive de forma inofensiva en nuestro organismo, especialmente en la piel, la boca, el intestino y la vagina.
Sin embargo, cuando el equilibrio natural se altera (por ejemplo, debido a inmunosupresión o alteraciones en la microbiota), algunas especies de hongo pueden volverse patógenas y causar infecciones conocidas, como la candidiasis vaginal.
La candidiasis vaginal representa entre el 20% y 30% de las infecciones vaginales. Se manifiesta como un enrojecimiento y edema de los labios menores, que puede extenderse hacia labios mayores, periné, pliegues inguinales e interglúteo.
Síntomas de la candidiasis vaginal
Algunos de los síntomas más comunes de la candidiasis vaginal son los siguientes:
Picor o purito intenso
Es el síntoma predominante. Este malestar suele ser persistente y puede afectar la calidad de vida de la paciente.
Ardor vaginal
Este síntoma se percibe especialmente durante la micción o las relaciones sexuales (dispareunia)
Sensación de sequedad
Algunas pacientes describen una sensación de sequedad en la mucosa vaginal, lo que puede intensificar el malestar.
Flujo vaginal anormal
Generalmente, se presenta un flujo espeso, blanco y grumoso. Este flujo no suele acompañarse de mal olor, lo que ayuda a diferenciarlo de otras infecciones vaginales, como la vaginosis bacteriana
Enrojecimiento e inflamación
La vulva y la vagina pueden presentar irritación, hinchazón y enrojecimiento. En algunos casos, estas áreas pueden mostrar pequeñas fisuras o lesiones debido al rascado.

¿Cuáles son los factores de riesgo de la candidiasis vaginal?
Uso de antibióticos de amplio espectro: Los antibióticos alteran el equilibrio de la microbiota vaginal al reducir las bacterias beneficiosas como los lactobacilos, lo que facilita el crecimiento excesivo de Candida.
Diabetes mellitus: Las pacientes con diabetes, especialmente si está mal controlada, presentan niveles elevados de glucosa en los fluidos vaginales, lo que favorece el ambiente ideal para el crecimiento de hongos.
Cambios hormonales: El embarazo, el uso de anticonceptivos hormonales o la terapia de reemplazo hormonal pueden alterar el entorno vaginal, favoreciendo la proliferación de Candida.
Sistemas inmunológicos debilitados: Las condiciones que comprometen la inmunidad, como el VIH, los tratamientos con quimioterapia o los corticosteroides prolongados, aumentan el riesgo de candidiasis vaginal recurrente.
Higiene íntima inadecuada: El uso excesivo de duchas vaginales, productos irritantes o jabones puede alterar el pH vaginal y la microbiota protectora, facilitando el crecimiento de hongos.
Ropa ajustada o no transpirable: Materiales como el nailon o prendas ceñidas pueden aumentar la humedad y el calor en la zona genital, creando un ambiente propicio para la proliferación del hongo.
Tratamiento de la candidiasis vaginal
El tratamiento se basa en la realización de un diagnóstico precoz y certero de la infección, la corrección de los factores facilitadores o de las enfermedades subyacentes, la determinación del tipo de infección candidiásica y el empleo de fármacos antifúngicos apropiados.
Según la extensión de la infección y el estado general del paciente, se decide un tratamiento tópico o sistémico.
Tópicamente se puede emplear cotrimazol, miconazol, ketoconazol, sertoconazol, terbinafina o naftilina.
Los tratamientos sistémicos más frecuentemente empleados son itraconazol o fluconazol.